Se acerca las 5 de la mañana y el Museo Marítimo Río Columbia se llena de corredores. 41 listos para cruzar el país.
Champán, algunas fotos y los mejores deseos para afrontar el reto.
A las 5.a.m salimos. Vamos en grupo “neutralizados”, por Nathan (el organizador del evento), que nos guía por el puente de la general y una pequeña carretera hasta la carretera por la que deberíamos haber salido. Un par de kilómetros más de salida, ya que el puente por el que debíamos ir estaba cortado por obras.
Poco después hay algún tramo de vía segregada y el grupo se va estirando en el interior de una espesa niebla, de las que moja.
Vamos cerca de la costa pero salvo un tramo de playa no vemos el mar.
En cada repecho el grupo se estira y pierde alguna unidad.
Las vistas son para detenerse.
Cuando la niebla retrocede mar a dentro se ven las playas, salvajes, rodeadas de bosque, bruma y montañas.
En los altos nos vamos cortando, y reagrupando, en función de las fuerzas y velocidades… nadie se espera a nadie, pero con unos o con otros siempre ruedas con alguien.
Poco a poco se va seleccionando el grupo y se quedan los que más a tu ritmo vas. Alguno va por delante la mayoría van por detrás.
Hasta el kilómetro 160 no se para!! Esto va para largo… y se nota. Aunque la intención de hacer un primer sector largo y rápido para coger la cabeza parece estar en la mente de más de uno.
Particularmente me gusta la idea. Más cuando es un ritmo asumible.
Adelantamos y nos cruzamos “constantemente” con cicloviajeros.
Tras pasar un par de cotas nos alejamos de la costa y el ambiente tórrido y las largas rectas comienzan a hacer acto de presencia.
Finalizariamos el primer tramo de 400kms en apenas 15 horas! Una copiosa cena y continuar 60 kms más por la noche hasta Mc Kenzie Bridge. Adrian continuaría de noche. Se quedó descansando tras la cena y nos pasaría (A Mike (US) y Kim (BE) y a mi), como 30 min después. Fue el pequeño intervalo donde estuve segundo en carrera. Por delante iba Jesse Carlson (AUS) que además de ir más rápido que nosotros haría la noche del tirón.
Dormí de 1 a 4.30 (demasiado pronto me levante, aunque tenía ganas). Las piernas tardaron en despertar y la subida del Paso McKinsen no ayudaba a avanzar ni encontrar el golpe de pedal. Voy con todo metido, al trantran, disfrutando del bosque.
A media ascensión me cogería Kim, que en dos horas y media me había recortado una!
Iba bastante fuerte, pero se podía seguir.
El paso McKenzie es parte de la cordillera de las Cascades y una zona volcánica. Siendo el área activa más reciente de Estados Unidos, aún se puede ver la última erupción entre los pinos (que da la sensación que estaban allí antes que la piedra volcánica que les pasa por encima).
En el collado, además de disfrutar de un campo de lava, teniamos a las “tres hermanas”. Tres picos volcánicos nevados. El contraste del negro de la lava, el verde de los pinos y el blanco de las montañas.
En esta foto ya desde abajo se pueden apreciar mejor los tres picos.
Pasado Sisters, entramos en una zona de pequeñas colinas y valles. Zonas de antiguos asentamientos indios. Viendo el rio y las colinas, no cuesta demasiado imaginarse a los indios en lo alto de los pequeños acantilados que bordean el valle.
Subiendo Ochoco Pass. Lo que parecía una colina más, se convierte en una subida interminable. No es dura, pero pica para arriba y no acabamos de coronar nunca. Con el calor se hace muy duro.
La paciencia es la virtud a desarrollar en la ruta. Sin duda más importante que la resistencia o la fuerza.
En el siguiente valle, alguna mina de oro abandonada y yacimientos arqueológicos.
Demasiado rápidos para salirse del camino a ver nada (9 kms además, demasiados).
Los primeros 40ºC los cogemos subiendo el alto de Keyes Creek tras Mitchell, un pueblo diminuto donde almorzamos “comida local”.
La bajada interminable, por un valle que se va convirtiendo en cañon. Una gozada rodar.
Por el desfiladero del fondo pasamos. Las aguas del rio invitaban a darse un baño o al menos meter las piernas.
Se hace de noche y llegamos a John Day donde cenaríamos en un McDonal. Allí estaba desayunando Adrian que había hecho de noche y parte de la mañana lo que nosotros hemos hecho de día.
Seguiriamos unos 70 kms más hasta quedarnos en el porche de una cabaña (habitada) en Austin Junction. Baker City estaba aún muy lejos para seguir y el terreno era un continuo sube y baja (Dixie, Tipton y Sumpter Pass).
El fresco de la noche se agradecía, aunque estamos a 1.250m y las bajadas de noche se hacen muy frías. Mejor descansar 4 horas y seguir. La presión de llevar a Adrian por delante, anima a no abusar de sueño. Jesse ya no saca más de 120 millas.
El día amanece sobre la bici con unas praderas fabulosas. Se hace raro ver como varía el clima de valle a valle.
La sensación de grandeza se nota en las distancias.
90 kms entre Austin y Baker City, y en Austin Junction estaba el bar cerrado, así que 25kms más de autonomia, 46 en nuestro caso desde John Day.
Cambiamos de valle en una tercera subida algo más suave (Sumpter Pass), y el paisaje camino de Baker City cambia por completo. Pasamos de praderas y bosque a desierto.
Desayuno copioso en Baker City donde llegamos con 36ºC y ya más de una hora sin agua.
Oregon Trail Memorial.
El “Oregon Trail” es la ruta que siguieron los primeros colonos que fueron a la costa oeste. Es una especie de variante, a la ruta que un poco más al norte y unos años antes descubrieron Lewis y Clark (de los cuales hablaré algo más adelante).
En este caso fue Ezra Meekers junto a su familia la que se aventuró en 1.852 a recorrer lo inexplorado del Oeste. Vivió 97 años! y hacia el final de sus días, con 95 años, pidió en el senado que se acuñara una moneda con motivos de la ruta para recaudar fondos para mantener la señalización del camino.
Desierto, contento de ver tantas cosas en tan poco tiempo. El viaje se hace entretenido y así se soportan mejor los 47C
En Richland me deshago de la Anything Cage de la bolsas adosada a la horquilla. Se mueve mucho, no me inspira confianza, llevo cosas de más y me reta “aerodinamica” que aunque sea en las bajadas…
Me la mando a Yorktown, con la esperanza de no necesitar la chaqueta de invierno en las Rocosas.
El siguiente paso es tremendamente caluroso. Vertiente sur, el asfalto se derrite y “crepita” al paso de la rueda. Las juntas de brea hacen patinar la rueda y hay tramos donde esta rezuma por entre la grava… La bajada la tomo con calma no me quiero caer.
En el valle me uno a Mike con el que continuaré rio abajo camino de la frontera con Idaho!
Unos cicloturistas haciendo fotos y vídeo. Conocían la carrera! Y me dieron ánimos. Unos de tantos en la ruta.
Al otro lado de la presa (hay un par seguidas) está Idaho.
En un camping que habia, en los grifos del baño ponía “agua no potable” así que pregunté en una casa de al lado si me daban agua.
Aventura, supervivencia y carrera van de la mano. Es lo bonito de la TransAm Bike Race.
Leía la segunda entrega,,,,, ya se palpa el ambiente de aventura total.
View CommentEsas rocas y esa carretera… son las de los Goonies ! 😀 De los que por cierto se cumplen 30 años. Qué cosas, jeje…
View CommentSi que sacaste fotos, da gusto verlas y las anotaciones con todo lujo de detalles. Te va a quedar un relato increíble.
View CommentJoer, qué aventura!!! Mola leer tus crónicas de esa locura ciclista 😉
View CommentQue bueno Carlos, menuda aventura. Me tienes pendiente de la siguiente crónica. Enhorabuena
View Commentque preciosidad de recorrido, y el enorme esfuerzo, claramente se intuye
View Commentsi en eeuu dice un letrero “agua no potable” mejor no beber
View CommentHostia y eso?!? No recuerdo haber visto carteles de agua no potable… Pero bueno saberlo.
View CommentQué aventura!! Buenísima crónica y vaya retos que haces! Vas a repetir otro año?
View CommentEso espero! Pero retos diferentes. El año que viene la Transcontinental: de Londres a Estambul pasando por Stelvio o Ventux (depende el año).
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